A casi dos semanas del inicio del conflicto en Ucrania, y tras un anuncio de posible cese al fuego, el impacto se hizo evidente en todo el mundo, incluyendo México. Casi de inmediato, la profunda interdependencia del modelo económico europeo provocó que los países involucrados se vieran obligados a reajustar su economía y su política de fronteras. A esto debe sumársele las numerosas restricciones y sanciones aplicadas tanto al gobierno, como a empresarios rusos; una medida que si bien funciona como método de presión, también añade un componente más al reajuste.
El impacto no se limita a Europa ni a los miembros de la OTAN. Y al respecto, la pregunta que todos esperamos es ¿cómo la guerra en Ucrania afecta a México?
México y Ucrania: afectaciones
La respuesta es compleja. La forma fácil de decirlo es: sí, sí puede subir el precio de la tortilla. Aunque no solo eso. Vamos por partes.
Las implicaciones a mediano y a largo plazo del conflicto bélico todavía no alcanzan a vislumbrase. Aun así ya comenzamos a ver las implicaciones más inmediatas. Tras la cancelación del gasodcuto Nordstream 2 y el reciente veto del petróleo ruso por parte del gobierno estadounidense, los precios de ambos recursos se dispararon. Al mismo tiempo, materiales como el aluminio, níquel y el oro repuntaron un 69.6 % y 2.73 %, respectivamente. El oro, especialmente, alcanzó su precio máximo en 19 meses.
Sin embargo, el aumento de precios no solo se debe al nerviosismo propio de la guerra. Hay que tener en mente que Rusia es el segundo productor de petróleo y uno de los principales proveedores de energéticos de Europa; eso significa que es natural esperar un aumento de precios a causa de las restricciones como por la demanda bélica. El incremento, como sea, no solo afecta a este tipo de materias. También impacta a commodities, principalmente el maíz y el trigo. Aunque en respecto, tal como afirma Luis Gonzalli, codirector de inversiones de Franklin Templeton, “el mayor impacto en el mercado agrícola va hacia Europa”.
En ese sentido, el aumento del precio de los energéticos resulta uno de los asuntos nacionales más preocupantes. Por un lado, México es un país que depende casi totalmente de la importación de gas natural y de gasolina. Este hecho le hace especialmente susceptible a los aumentos de precio y planea la inflación como una tendencia que continuará.
¿Desabasto?
El escenario para México es ambivalente. Tiene la oportunidad de aumentar sus ingresos por exportación, al mismo tiempo que se enfrenta al aumento del precio de las gasolinas. Como sea, hay un punto negativo cierto: la Secretaría de Hacienda ya ha llegado al límite de estímulos, por lo que según los analistas, los aumentos recaerán en los usuarios. Y es que la preocupación principal de los expertos recae en la política de reducción de exportaciones de petróleo.
Esta es la intención, que Pemex deje de exportar la cantidad de crudo establecida en el presupuesto. Esto generaría un efecto contrario ante los precios del petróleo; menor exportación de petróleo significa menores ingresos para la renta petrolera y el gobierno federal.
Mariana Campos, coordinadora del programa de Gasto Público y Rendíción de Cuentas, México Evalúa
Algo similar resulta acerca del gas natural. Cerca del 70 % del gas utilizado en México proviene de importación. Aunque es probable que la infraestructura desarrollada en el sur de Estados Unidos sea capaz de satisfacer la demanda de suministro, existe la posibilidad de reducirla si Europa termina por ceder a este mercado. En todo caso, aun cuando México cuente con otras formas de generación eléctrica, estas solo podrían ser rentables frente a una subida de precio significativa del gas natural.
La guerra en Ucrania afecta a México desde aristas diferentes. Hasta la fecha, Rusia no ha anunciado medidas de respuesta al veto del petróleo. Por lo tanto, solo queda esperar para la posible respuesta y las consecuencias a mediano y largo plazo. Los analistas esperan que los usuarios ajusten sus hábitos de consumo y se tomen precauciones de ahorro. Un movimiento similar al sucedido durante la pandemia 20-21.
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